Nos
da miedo cuando pasa sobre el pueblo la sombra de las nubes. La última vez se
llevaron a Esteban y a la madre de Sarah. Aquí sobre las montañas el aire es
muy constante y detrás de él trae siempre consigo una enorme nube jalada por
esos extraños seres, algunos dicen que son almas en pena y otros que son
criaturas del infierno. Nadie sabe en sí que son, pero siempre llevan una
cadena impregnada en la piel de sus espaldas y sus cuerpos parecen recién
salidos de un mar hirviente.
La sombra de las nubes nos visitan casi
todos los días y por más que queramos no podemos irnos de aquí, pasan en el
momento menos esperado. Nuestro único refugio son nuestras casas y al meterse
el sol nadie tiene permitido salir, en la noche las nubes siguen pasando, pero
no hay sombra que nos avise de su llegada.
Hoy amaneció con neblina, el pueblo esta
infestado de todos ellos, no los he dejado de ver por los huecos de la puerta. Me
dan mucho miedo pero también tristeza, las cadenas les jalan la piel por el
peso y se quejan pidiendo perdón. Acabo de ver lo que fue el cuerpo de una
mujer cargando un bebé llorando por su criatura muerta. Creo que son mi mamá y
mi hermano.
La neblina no se ha quitado, llevamos
más de quince días en nuestras casas, mucha gente se ha quedado sin comida y en
su desesperación han optado por salir a entregarse a ellos. Ya somos pocos los
que quedamos, tengo mucho miedo, ya no sé qué hacer, golpean la puerta todo el
día.
Escribo esta carta dentro de esta
botella esperando que llegue hasta el pie de la montaña y alguien pueda venir a
salvarnos.